jueves, 10 de julio de 2008

Bases del Pricipalismo



Según la Encyclopedia of Bioethics (Nueva York 1978, vol. I, p. XIX) la bioética es el "estudio sistemático de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, examinada a la luz de los valores y de los principios morales

Dice Carlo Caffara (Manual de Bioética General, Ed. Rialp, Madrid 1994, p.23) que el objeto material de la bioética es el actuar humano de la vida y que el ámbito de la bioética será el conocimiento científico de la vida y el uso de este saber. Según este autor la bioética es una nueva ética especial que no debe elaborar nuevos principios éticos generales, sino aplicar los principios generales a los nuevos problemas que se ofrecen a la consideración humana de la vida.


Vivimos en una cultura plural donde conviven diversas concepciones del hombre, y por ende, diversas éticas sobre la vida. Esto significa que las disciplinas señaladas y sus aplicaciones quedan sujetas a cada una de las concepciones existentes, las que al ser diversas hacen que no haya sólo una aplicación aceptada, naciendo aquí una discusión profunda sobre los límites que debiera o no imponer la sociedad sobre la aplicación de dichas técnicas sobre la vida humana.
Respecto a los problemas morales, existe el riesgo de un reduccionismo en la consideración de los valores, con la tendencia a relativizarlos y a legitimar de una manera incorrecta la competencia subjetiva de cada uno.


La gran multiplicidad de opiniones divergentes acerca de valores también fundamentales, como los son con respecto a la vida humana, a través de la fuerza persuasiva de instrumentos poderosos de comunicación, de grupos y personalidades socialmente relevantes, genera fácilmente una percepción de relatividad o de igual dignidad de las diversas opiniones, no ya en el sentido del debido respeto por las convicciones del otro, sino en el sentido de atribuir igualmente valor de verdad a las diversas opiniones, casi por el solo hecho que vienen afirmadas.


La bioética tiene por finalidad la de indicar los límites y la finalidad de la intervención humana sobre la vida, la de identificar los valores de referencias propuestos racionalmente y de denunciar los riesgos posibles de sus posibles aplicaciones.

Principios fundamentales de la bioética

1. La Vida Humana tiene un valor absoluto e inviolable

2. Existe un nexo inseparable entre vida-verdad-libertad

3. Conocer para curar, no para manipular:

a. Intervención según naturaleza: lícita
b. Intervención contra naturaleza: ilícita
c. Intervención innatural: ilícita

4. No todo lo que es técnicamente posible, es moralmente admisible

5. Las leyes de los Estados deben tutelar el bien de las personas

6. Principio de la acción con doble efecto:

a. La acción debe ser en sí buena o indiferente
b. El efecto malo no puede ser ni causa ni medio para el efecto bueno
c. No debe existir ninguna otra alternativa
d. El efecto bueno deben ser proporcionalmente superior al efecto malo

Los Cuatro Principios de la Bioética


Son esbozos de ideas que dan principio al valor de la dignidad de la persona:


1. Principio de no maleficencia


Este principio ya se formuló en la medicina hipocrática: Primum non nocere, es decir, ante todo, no hacer daño al paciente. Lo Se trata de respetar la integridad física y psicológica de la vida humana. Es relevante ante el avance de la ciencia y la tecnología, porque muchas técnicas pueden acarrear daños o riesgos. En la evaluación del equilibrio entre daños-beneficios, se puede cometer la falacia de creer que ambas magnitudes son equivalentes o reducibles a análisis cuantitativo. Un ejemplo actual sería evaluar el posible daño que pudieran ocasionar organismos genéticamente manipulados, o el intento de una terapia génica que acarreara consecuencias negativas para el individuo.

2. Principio de beneficencia


Constituye unos de los principios clásicos hipocráticos. Se trata de la obligación de hacer el bien a los otros. El problema es que hasta hace poco, el médico podía imponer su propia manera de hacer el bien sin contar con el consentimiento del paciente. Por lo tanto, actualmente este principio viene matizado por el respeto a la autonomía del paciente, a sus valores, creencias, modo de vivir y deseos. Además no es lícito imponer a otro nuestra propia idea del bien.


Este principio positivo de beneficencia no es tan fuerte como el negativo de evitar hacer daño. No se puede buscar hacer un bien a costa de originar daños: por ejemplo, el "bien" de la experimentación en humanos (para hacer avanzar la medicina) no se puede hacer sin contar con el consentimiento de los sujetos, y menos sometiéndolos a riesgos desmedidos o infligiéndoles daños. Aunque la humanidad tiene un interés en el avance de la ciencia, nadie puede imponer a otros que se sacrifiquen para tal fin. Matizado de esta manera, el principio de beneficencia apoya el concepto de innovar y experimentar para lograr beneficios futuros para la humanidad, y el de ayudar a otros (especialmente a los más desprotegidos) a alcanzar mayores cuotas de bienestar, salud, cultura, etc., según sus propios intereses y valores.
También se puede usar este principio (junto con el de justicia) para reforzar la obligación moral de transferir tecnologías a países desfavorecidos con objeto de salvar vidas humanas y satisfacer sus necesidades básicas.


3. Principio de autonomía o de libertad de decisión


Se puede definir como la obligación de respetar los valores y opciones personales de cada individuo en aquellas decisiones básicas que le atañen vitalmente. Supone el derecho incluso a equivocarse a la hora de hacer uno mismo su propia elección. De aquí se deriva el consentimiento libre e informado de la ética médica actual.


4. Principio de justicia


Consiste en el reparto equitativo de cargas y beneficios en el ámbito del bienestar vital, evitando la discriminación en el acceso a los recursos sanitarios. Este principio impone límites al de autonomía, ya que pretende que la autonomía de cada individuo no atente a la vida, libertad y demás derechos básicos de las otras personas.


Este principio puede plantear conflictos no sólo entre miembros de un mismo país, sino entre miembros de países diferentes (p. ej., acceso desigual a recursos naturales básicos), e incluso se habla de justicia para con las generaciones futuras.


Nuestra cultura ha sido más sensible al principio de autonomía, a costa del principio de justicia, pero es posible que la misma crisis ecológica nos obligue a cambiar este énfasis. La justicia e igualdad de los derechos de los seres humanos actuales y la preservación de condiciones viables y sostenibles para las generaciones futuras pueden hacer aconsejable, e incluso obligatoria, una cierta limitación del principio de autonomía, sobre todo en una sociedad de mercado que se abre al deseo desmedido de nuevos servicios y bienes, y en la que el individuo reclama ilimitadamente "derechos" de modo narcisista.


Los países industrializados, con menos población que los países pobres, contaminan más y derrochan más recursos. Las sociedades opulentas deberían bajar del pedestal la autonomía desmedida que va en detrimento del desarrollo justo y viable para todos, ya que un desarrollo equitativo mundial acarreará en sí un manejo sostenible a nivel global.


Implicaciones de la Bioética en Enfermería


Es preciso imponer siempre un límite a la actuación y decisiones de enfermería en su interacción e intervenciones efectuadas hacia el usuario y este límite implica el respeto a la libre decisión del paciente, a la expresión de su personalidad en todos sus aspectos así como ser humano y espiritual. El usuario tiene derecho a aceptar o rechazar cualquier tratamiento que se le sugiera, y al profesional de enfermería solo le corresponde explicar y justificar la necesidad del procedimiento a practicarle y si el caso lo requiere advertir de los riesgos de rechazar el procedimiento. Pero hasta ahí, el enfermo es el único dueño de su vida y decisiones.
Por ejemplo: ¿es correcto decirle a una mujer embarazada que espera con ansias su primer hijo, que el resultado de su ultrasonido indica que el embrión presenta serias malformaciones incompatibles con la vida?, ¿es correcto informarle a un paciente que le quedan pocas semanas de vida debido a un mal Terminal?, , o más aún, ¿es éticamente correcto aceptar que una madre se embarace con el único fin de lograr células para transplantárselas a otro hijo que padece de leucemia?


Todas estas interrogantes y muchas más son las que diariamente enfrenta el personal de enfermería alrededor del mundo, porque somos nosotros quienes estamos en estrecha relación con el usuario, y quienes finalmente conocemos cada caso de manera personal y más íntima.
Otro de los dilemas éticos que debemos enfrentar, desde el punto de vista de la sociedad, es el de la elevada tecnología, al servicio de unos pocos; o bien el incremento de la atención de extranjeros en detrimento de la capacidad de los servicios de atención. Desafortunadamente esas son situaciones que prevalecen en los países en vías de desarrollo. Se ha estereotipado a la medicina moderna uniéndola en gran medida a la tecnología más avanzada, lo que también ha contribuido a priorizar los gastos en salud concentrándolos en recursos para la red hospitalaria especializada en los centros urbanos, descuidando las necesidades básicas de las áreas rurales.


El valor del avance tecnológico puede ser juzgado por su contribución a mejorar la calidad de vida de todos los pacientes; sin olvidar que en estos tiempos deshumanizantes debemos llenar el espacio existente entre nuestra dimensión interior de personas y la actitud de la humanidad y empatía que el usuario espera de nosotros, cada vez con mayor insistencia y exigencia. Hemos logrado ser profesionales de mayor rango, pero cuanto más alto sea éste, más fuerte y profunda es nuestra responsabilidad.


Como profesionales de enfermería es nuestra obligación el estudiar constantemente, investigar e informarnos así como formarnos en cuestiones de biomedicina, bioética, política y derechos relativos a la promoción y defensa de la dignidad humana, vigilando siempre el cumplimiento de los principios deontológicos. Así, la práctica de la medicina y la enfermería se convierten en un contacto entre dos sistemas de valores: por un lado los valores médicos y por otro lado los valores del usuario.


Como profesionales en enfermería no solamente estamos relacionados directamente con el usuario sino también, estamos incluidos en los equipos de investigación, desarrollo, y planteamiento de nuevas ideas científicas y tecnológicas. Hemos de aprovechar esta ventaja para defender aquello en lo que creemos, sin permitir que nuestra propia concepción de lo “bueno y lo malo” estanquen el desarrollo personal y de la humanidad, pero representando los ideales de ética y moral que nos cualifican.




No hay comentarios: